miércoles, 13 de marzo de 2013

FUGAZ FUMATA BLANCA

A la orden del día tenemos esta semana la actualidad vaticana, el famoso cónclave, la elección del nuevo sucesor de Pedro. Después de la renuncia de Benedicto XVI, comenzaron a salir varios nombres a la palestra, varios favoritos para portar el anillo del pescador. Sin embargo, el Ham el Mono aún no poseemos ningún tipo de oráculo, por lo que no vamos a entrar en especulaciones.

Este está dedicado a las fumatas (según como se mire), y al período de tiempo más corto entre una blanca y una negra. Concretamente nos situamos a finales del siglo XVI, y en circunstancias normales terminaríamos en el XVV si no fuera gracias al papado más corto de la historia. En el año 1590, tras la muerte de Sixto V, Giovanni Battista Castagna, genovés de origen romano fue nombrado nuevo pontífice un 15 de septiembre, después de un cónclave en el que participarían 65 cardenales.

Cabe destacar la buena noticia que esto suponía para el Reino de España, donde urgía la necesidad del cambio de santidad, ya que la tensión creada entre el Vaticano y el reino de Felipe II era cada día mayor a causa de la fiscalidad vaticana en época de Sixto V y la política de la Santa Sede frente a la cuestión religiosa en Francia. Antes de ser bautizado como Urbano VII, Battista siempre mantuvo grandes relaciones con Felipe II, de quien recibía una pensión anual de 800 ducados, por lo que el monarca castellano se veía en situación privilegiada ante la nueva designación.

Sin embargo, tan pronto como llegó, se marchó; trece días después, el 27 de septiembre de 1590 fallecía víctima de la malaria. Una fugaz fumata blanca, aunque nosotros nos preguntamos ¿Conocía el cónclave la enfermedad de Giovanni Battista? Si así era ¿Por qué? ¿Conspiración? Nunca lo sabremos.



Giovanni Battista Castagna, que fue Urbano VII durante  una semana y media.

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